El modelo de actuación que se defiende se fundamenta en la numerosa evidencia científica que demuestra que las personas somos algo más que “una etiqueta categórica” que sólo sirve para clasificar y excluir, porque actuamos en un entorno interactivo que nos condiciona facilitando u obstaculizando nuestro desarrollo, aprendizaje y comportamiento.
En el ámbito de la psicopedagogía clínica y educativa no podemos permitir que se siga calificando a los sujetos TDAH, en vez de a sus necesidades. Y por ende, es imprescindible tener en cuenta que existen una serie de factores y variables condicionantes relacionados con el contexto interpersonal y ambiental, la neurofisiología, la cognición, las emociones y la conducta, que interaccionan entre sí dando lugar a un sistema complejo y dinámico, que afecta significativamente a la conceptualización de los problemas o dificultades.
Los síntomas no aparecen de la nada, y por ello es prioritario tratar de analizar siempre las circunstancias particulares de cada sujeto y el entorno en el que se encuentra inmerso si se quiere realizar una evaluación objetiva y lograr un tratamiento e intervención eficaz, porque cada individuo, es un caso único que posee una constelación particular de factores diferenciales que definen su mundo individual y su identidad personal.
Actualmente, sabemos que la etiología del TDAH es multifactorial y que aunque a fecha de hoy, su patogénesis no está completamente aclarada, si que existen una serie de vulnerabilidades biológicas y factores ambientales que influyen significativamente en el curso evolutivo del trastorno y su sintomatología.
Por ello, es obvio que el factor biológico debe dejar de ocupar el lugar central y determinante, para pasar a formar parte como un componente más del enfoque holístico, ecológico y multidimensional con el objetivo de evitar el efecto reduccionista y determinante que genera en las demás perspectivas, al actuar como centro supremo de análisis restringido y particular, cuando el verdadero foco de cualquier análisis debe ser siempre el niño en su totalidad e integridad, y no solamente una dimensión de éste.